El hijo de Simbad está preso y condenado a muerte por sus incursiones en el harén del Califa de Bagdad. Para salvar su trono de la amenaza que le supone el Gran Mongol, el Califa pone en libertad a Simbad y le encarga combatir al enemigo. Ayudado por las hijas de los 40 ladrones, logran salvar la ciudad. En premio de ello el Califa lo nombra segundo del reino.